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Los dulces del Fin de Año Chino


“Se les llama ‘clásicos’ por una razón", se suele decir en el mundo de la gastronomía. Un dicho que Ayi comparte sin lugar a duda. "Simplemente no se parecen a esas blancas tāngyuán (汤圆) - bolas de arroz glutinoso rellenas- que [los chinos] comemos durante el Festival de las Linternas", afirmó al ver las tāngyuán más grandecitas que había preparado. "Pero están muy buenas", agregó más tarde mientras masticaba un pedacito de una de ellas.



Blancas no eran, porque doré ligeramente la harina, lo que le dio un aroma a nuez que combinaba muy bien con el relleno de nueces y caramelo salado casero. Pero el trabajo no fue pan comido. Pronto me di cuenta de que la masa tendía a resecarse más rápidamente que aquella hecha con harina sin tostar, y que el caramelo (previamente congelado en bolitas pequeñas) se derretía a un ritmo dramático, haciendo que el proceso de sellado fuera una tarea desalentadora. Lo que me llevó veinte minutos el año pasado (usando un relleno seco de azúcar, nueces y sésamo) me llevó una hora y media esta vez. Implementar una nueva idea tiene sus altibajos.


Un clásico no fue, ¿pero a quién no le gusta que se le sorprenda con un giro inesperado?




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