Dominika
Tarta de limón - una vez más

Hornéame un postre, ligero y crujiente
Con una natilla, amarilla y fulgente
Usa la fruta que sobre el muro reposa
Madura, emanando su esencia olorosa.
Extiende la masa, con mucho cuidado
Bate el relleno, que no termine cuajado
Exprime el zumo de los seis limones
Corta el postre en iguales porciones
No es fácil tarea, se requiere destreza
Para hacer una tarta a la francesa
Todos los días, al sonar la campana de la escuela al final de la última lección, mis amigas y yo corríamos hacia la puerta, al lugar donde siempre se ubicaba el vendedor con su carrito lleno de bocadillos, dulces y mangos verdes recién cortados, grosellas (Phyllanthus acidus) y limones Meyer. Solíamos abrirnos paso a la fuerza entre las otras chicas que habían sido más rápidas y solíamos gritar “¡un limón, señor!” Los limones, así como los mangos y las grosellas, venían todos empacados en bolsas de plástico y con una pequeña porción de sal. La esparcíamos sobre una de las mitades de limón, chupábamos el jugo y luego repetíamos el proceso hasta que todas las vesículas de la fruta estuvieran vacías. Otra pizca de sal, y después de comernos lo que restaba, arrancábamos el albedo blanco, dulce y carnoso con los dientes, hasta que todo lo que quedaba era una fina piel amarilla o verde.
Desde niña, el ácido ha sido mi sabor favorito. Si alguien me preguntara cuál es el ingrediente que probablemente siempre suelo tener en mi cocina, la respuesta sería: limones.
Había planeado una cena de pescado y mariscos para mis amigos aquella noche -un buen ceviche de lubina, palitos de yuca fritos con salsa de mojito y ajo y un risotto con crema de camarones. Tenía dificultad para decidir qué servir como postre; algo con acentos cítricos parecía la mejor opción. Miré la pila de limones maduros de color amarillo intenso que reposaban en el alféizar de la ventana. '¿Quizás una tarta de limón?', pensé.
Casi descarté la idea tan pronto como se me ocurrió. No era la primera vez que intentaba hacer uno de estos dulces. Había pasado por una serie de intentos fallidos durante los meses anteriores: masas que eran difíciles de extender, bases poco cocidas, rellenos cuajados, grietas antiestéticas, natillas apenas cuajadas ¿Necesito decir mas? Hacer una tarta requiere un esfuerzo serio, no es fácil ni rápido, no importa lo que te diga la receta. ¿Quería todo ese estrés en la cocina otra vez?
Abrí algunos de mis libros de cocina en busca de inspiración para otro postre de limón y encontré la receta de Claudia Roden para una tarta con una "crème au citron", simplemente una natilla fresca, tambaleante y brillante que no necesitaba ir al horno. Me arremangué y me dispuse a enfrentar el desafío -una vez más. Combiné esta receta con la que da Felicity Cloake en su columna “Cómo hacer el/la perfecto(a)” en The Guardian, ya que tiene el doble de relleno. Iba a hacer tartaletas individuales pequeñas y tenía miedo de quedarme sin suficiente crema. Al hacer esto, también me evité el drama frecuente de tratar de levantar mi rodillo con la masa de pâte sucrée enrollada y colocarla sobre mi molde de tarta. Moldes más pequeños, problemas más pequeños. Salieron del horno doradas y bonitas.
El relleno de limón fue sencillo de preparar. Lo importante fue batir continuamente sobre las llamas hasta que espesara. Cuando las bases se enfriaron, vertí la crema de limón y las puse en el refrigerador para que se enfriaran.
Con el tiempo que ahorré al no tener que volver a meter la tarta con la natilla en el horno, preparé un coulis de frambuesas, y llegado el momento también monté rápidamente una nata ligeramente endulzada.
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